En todo el mundo, los animales producen entre un 30 y un 40% por debajo de su potencial genético. El cuidado de un animal durante las primeras semanas de vida tiene un efecto profundo y duradero en su salud y en su capacidad de crecer hasta alcanzar su máximo potencial. Durante los períodos críticos de transición (como el destete, los periodos reproductivos y el traslado a otros entornos), los animales jóvenes o en período de gestación son especialmente sensibles a las condiciones que les rodean. Invertir en los animales jóvenes y en los períodos previos al parto ayuda a optimizar su potencial, lo que permite a los ganaderos obtener los mejores resultados económicos posibles, fomentando la ganadería sostenible y ayudándoles a alimentar a nuestra creciente población.